viernes, 29 marzo 2024

Agroecología y organización desde la ciudad

Intro: En épocas de profunda desconfianza hacia diversos sectores políticos no sorprende el aumento en la constitución de organizaciones sociales. Estas organizaciones se caracterizan por no perseguir fines de lucro, ser autónomas del mercado y del Estado, representar sectores sociales, espacios regionales, organizaciones profesionales, organismos no gubernamentales, fundaciones, corporaciones, partidos políticos, iglesias, etc. En definitiva, constituyen alternativas completamente actuales y concretas a la Dystopia que nos absorbe y nos marcan coordenadas certeras acerca del cómo hacer que sea realmente posible otro mundo.

¿Qué pasa en Chile?

Según el estudio realizado por Sociedad en Acción (2015) en Chile existen 234.502 organizaciones sociales, esto corresponde a una tasa de 13 organizaciones cada 1000 habitantes. Al comparar este número a nivel internacional, Chile tiene una alta ventaja asociativa en el contexto internacional. En relación a su composición estas organizaciones han aumentado considerablemente desde el 2005, y son descentralizadas, mientras que más del 40% de la población se concentra en la Región Metropolitana, sólo cerca del 27% de las organizaciones se encuentra en esta región, siendo la Región de la Araucanía (28,6 organizaciones cada 1000 habitantes) quien lidera junto a las regiones de Los Ríos, Aysén y Magallanes.

¿Por qué es importante la organización?

Las organizaciones permiten facilitar la democracia y la integración social mediante la posibilidad de la participación social, las redes de solidaridad y el desarrollo local. Lo anterior, genera condiciones de gobernabilidad y crea posibilidades para la resolución de conflictos.

Un caso a destacar dentro de la organización social, es el proceso realizado en la comuna de la Higuera en contra del Proyecto Minero Portuario “Dominga”, de la empresa Andes IronSpA y Proyecto “Puerto Minero Cruz Grande” de la Compañía Minera del Pacífico S.A, los cuales buscaban emplazarse a menos de 35 km de la Reserva Marina Isla Choros.

“La campaña “Salvemos La Higuera” cuenta con el apoyo de la Federación de pescadores, las caletas de pescadores, los sindicatos, juntas de vecinos, el consejo consultivo comunal, diversas ONG como Chao Pescao y el Movimiento de defensa del medio ambiente (MODEMA). En la argumentación del rechazo, las organizaciones sostienen que la comuna tiene más de nueve poblados -Los Choros, Punta de Choros, Caleta Los Hornos y El Trapiche, entre otros- que se han desarrollado de manera sustentable desde siempre con actividades económicas de pequeña escala.

Indican que se trata de una zona con valor histórico, cultural y natural. No hay otra – dicen – que tenga la biodiversidad que tiene La Higuera, que tenga reservas marinas, desierto florido, historia cultural de pueblos aborígenes como Los Changos, que posea las áreas de manejo marino más productivas del país, con el acuífero más grande de la región: enfatizan que es un lugar único en el planeta». (Radio U Chile, 2017).

El resultado de la participación activa y confluencia de las diversas organizaciones del territorio generó que el proyecto fuese rechazado por la Comisión de Evaluación Ambiental (CEA) en marzo de 2017, y por el Comité de Ministros en agosto del mismo año.

De esta forma, la organización atraviesa todos los aspectos de la vida individual y social de mujeres y hombres, teniendo como base la cooperación y la reciprocidad, siendo un movimiento horizontal para ganar y acumular conocimientos y experiencias, y conseguir posiciones en escenarios sociales, económicos y políticos, y un movimiento vertical, que da sentido a la vida en sociedad, generando identidad y confianza para la sostenibilidad social.

Agroecología y Organización

Tal como lo plantea Sevilla & Graham Woodgate, la Agroecología puede ser definida como el manejo ecológico de los recursos naturales a través de formas de acción social colectiva que presentan alternativas a la actual crisis civilizatoria. Y ello mediante propuestas participativas, desde los ámbitos de la producción y la circulación alternativa de sus productos, pretendiendo establecer formas de producción y consumo que contribuyan a encarar el deterioro ecológico y social generado por el neoliberalismo actual. Su estrategia tiene una naturaleza sistémica, al considerar la tierra, la organización comunitaria, y el resto de los marcos de relación de las sociedades rurales articulados en torno a la dimensión local, donde se encuentran los sistemas de conocimiento (local, campesino y/o indígena) portadores del potencial endógeno que permite potenciar la biodiversidad ecológica y sociocultural. Tal diversidad es el punto de partida de sus agriculturas alternativas, desde las cuales se pretende el diseño participativo de métodos endógenos de mejora socioeconómica, para el establecimiento de dinámicas de transformación hacia sociedades sostenibles.

Ante este panorama, resulta relevante el accionar de los diversos actores que participan en el territorio: productores y consumidores. Quienes tienen, mediante la organización, la oportunidad de incidir al confluir intereses comunes tales como los alimentos, producción limpia, cambio climático, fomento de los saberes ancestrales, entre otras. Así es como, la organización resulta una estrategia fundamental permitiendo que sean los territorios quienes decidan en conjunto el futuro de la alimentación, abriendo el diálogo hacia: qué tipo de alimentación queremos, producida por quiénes, generada mediante cuáles recursos, con pago a qué actores, con qué consecuencias, y tantas otras interrogantes. De esta forma, la Agroecología auna fuerzas hacia la protección de las semillas, visibilización del mundo campesino, uso sustentable de recursos, prácticas educativas participativas, empoderamiento de las y los consumidores, fomento de mercados locales, soberanía alimentaria, incidencia en políticas públicas y mitigación del cambio climático.

Agroecología y Agricultura Urbana

Si bien la agricultura se presenta mayoritariamente en las zonas rurales, hoy debido a las fluctuaciones en la planificación y el crecimiento de la ciudad, con su consecuente cambio en el uso de suelo, comenzamos a escuchar acerca de la Agricultura Urbana, la cual es una práctica agrícola y pecuaria en las ciudades, que por iniciativa de los productores/as afincados muchas veces en los barrios marginales, villorrios, favelas, rancherías, barriadas y/o pueblos jóvenes y periurbanos, colindantes a las ciudades; utilizan los mismos recursos locales, como mano de obra, espacios, agua y desechos sólidos orgánicos y químicos, así como servicios, con el fin de generar productos de autoconsumo y también destinados a la venta en el mercado.

Esta práctica cumple diversos objetivos, tales como: fuente de productos alimenticios, renovación del espacio social y promoción de buenas prácticas medio ambientales. De igual forma, presenta importantes ventajas ya que al estar cerca o dentro de las ciudades reduce la necesidad del transporte de la comida, cortando la dependencia de la ciudad en combustibles fósiles, y reduciendo emisiones de CO2 y otros contaminantes.

Las modalidades para formar un huerto son variadas: abarca desde el huerto familiar, en el patio de la casa, que visibiliza los orígenes familiares, relacionándose con el proceso de migración campo-ciudad; el huerto jardín, en que las plantas alimenticias y medicinales se integran al jardín ornamental. Y las huertas comunitarias en que participan grupos de personas, en que mayoritariamente el motivo de la reunión es exclusivamente el planificar, construir y mantener una huerta y en que el lugar físico donde realizarlo en la mayoría de los casos no ha sido designado para ese fin, sino más bien es la comunidad la que lo descubre y propone, donde principalmente se busca recuperar espacios en desuso que se convierten en microbasurales o focos de peligro para la comunidad.

Huertas comunitarias

En el caso de la Región Metropolitana, según lo informado por el Simposio de Agricultura Urbana, gran parte de las huertas urbanas realizan autoconsumo de sus productos, siendo menor el caso de trueque o venta, por lo cual hasta el momento estas cubren necesidades sociales y medioambientales, más que productivas. Este diagnóstico no es menor, considerando la creciente desconfianza en los demás, lo cual merma el capital social, disminuyendo la capacidad de la comunidad de coordinar de forma organizada estrategias de intervención, mermando la riqueza y calidad de vida de ciudadanas y ciudadanos. Ante esto, la existencia de huertas comunitarias permitenespacios de sociabilidad, conformación de vínculos entre las/os vecinas/os, facilita su encuentro y la formación de lazos de confianza, donde sus participantes han destacado entre sus beneficios, el aprendizaje de técnicas para cultivar hortalizas de modo agroecológico, beneficios en la salud física, mental y alimentación, así como aumento en la socialización.

Volver a re-vincularnos con la naturaleza es una tarea que ha sido pospuesta por el ritmo de vida, sobre todo en una ciudad como Santiago. No obstante, la existencia de estos espacios donde, a la vista de todas y todos, aún se practica agricultura en espacios reducidos, nos invitan a participar de cambios no sólo en el paisaje urbano, sino en la co-construcción y educación de formas de producción respetuosas del medio ambiente, donde todas y todos podamos acceder a alimentos naturales, sanos, ecológicos, cercanos y de calidad.

Considerando estas posibilidades la invitación es clara: conoce a tus pares, infórmate, decide y organízate.

 

Referencias

  • Sociedad en Acción: Construyendo Chile desde las Organizaciones de la Sociedad Civil. 2017. Centro de políticas públicas UC.
  • La Agroecología como estrategia metodológica de transformación Social. Sevilla Guzmán. 2007. Instituto de Sociología y Estudios Campesinos de la Universidad de Córdoba.
  • Traduciendo el zumbido del enjambre: Simposio de Agricultura Urbana. 2013. Cultivos Urbanos.
  • Huerta Urbana Comunitaria: Una buena práctica social. 2014. Centro de Estudios Arquitectónicos, Urbanísticos y del Paisaje.

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De profesión Médica Veterinaria de la Universidad de Chile, diplomada en Desarrollo, pobreza y territorio y Cooperativismo. Su norte es el sur. El 2016 decepcionada de las ofertas que entregaba el mercado laboral, buscó nuevos horizontes y junto a un grupo de colegas fundaron Cooperativa de trabajo Minka, organización que aspira a participar de forma activa y horizontal en el desarrollo de una sociedad donde lo urbano y rural trabajen de manera conjunta por un buen vivir. Su objetivo: Posicionar a la Agroecología como una herramienta para revolucionar la actual industria agroalimentaria nacional - extractivista, jerárquica y deshumanizada-, y recuperar el rol protagónico del campesinado y consumidores y su relación en base a la confianza, equidad y solidaridad.

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