viernes, 29 marzo 2024

CONCEPCIÓN, LA GRAN CAPITAL DEL MONOCULTIVO URBANO

“El sector inmobiliario de Concepción, es uno de los más dinámicos del país”, según lo afirmaba la columna publicada en el diario Publimetro en el año 2017, que nos sirve como aproximación a la noción que aún se tiene hasta el día de hoy 4 años después, de la ciudad de Concepción vista a los ojos de inversionistas, es la “puerta inmobiliaria del Sur” [1]. Sin duda, y ante nuestros ojos, esto va avanzando gradualmente a ciudades de más al sur y ya con un Concepción hoy devastado y en plena destrucción por este monocultivo urbano, con más de 100 permisos de torres de departamentos aprobados, tras la plantación perpetua de torres, el monstruo inmobiliario se moverá voraz, saturando pronto Temuco y la próxima sin duda será Valdivia. Si nos movemos en esta escala de inversión hay obviamente intereses supra-regionales, con los super ricos de chile jugando en este tablero hecho a su medida por la planificación y los planes reguladores, tablero de juego que acoge también capitales internacionales, apuntando a un gran mercado de inversionistas, generando un mercado con una amplia gama de «productos», agrupados en un amplio abanico que va desde viviendas para estudiantes, hasta segundas y terceras residencias de alto estándar, oferta de variantes diseñadas no para habitar, sino que hecho específicamente para invertir, lo que va, a todas luces, justificando esta desmedida expansión urbana propuesta que veremos en el próximo instrumento de planificación Metropolitano(PRMC) y la consabida presión sobre suelo natural, de cultivos, paisajes y áreas inundables, humedales, etc.

Todo lo anterior, potencia fenómenos altamente especulativos sobre el suelo de la intercomuna, lo que se refleja duramente en su centro geométrico y neurálgico, Concepción. Allí por ejemplo, observamos una sumatoria de factores que siguen fomentando este fenómeno que niega la complejidad urbana, para aplanar sus barrios con departamentos y edificios sin intención más que el lucro, diseñados impersonales, unitarios, monótonos, incluso en las mismas tonalidades. Todo este monocultivo está sin duda además caracterizado por el predominio de lo especulativo, en que el precio de los inmuebles aumenta de valor de manera siempre sostenida en el tiempo, muchas veces muy por encima de cualquier índice IPC, es decir sin ningún control ni regulación. Incluso con la oferta creciente de vivienda, los precios siguen al alza sin ninguna influencia mutua ni correlación entre demanda y oferta, lo que en economía clásica sería justo lo que vendría a regular estos valores. Este fenómeno encaja en lo que es considerado en algunos países como una “burbuja inmobiliaria.”

Hoy, vemos que este fenómeno y devora Concepción y su sombra literalmente se expande sobre toda la intercomuna, el espectro de la imposición y del poder sin balance de un nuevo instrumento de planificación a escala Intercomunal, se viene y actuando similarmente que en el PR comunal, es altamente especulativo, no asegura derechos de acceso a la vivienda ni menos regula el poder de las grndes inmobiliarias. Y más aún, posee aún más impactos desmedidos, generando más terreno para el «crecimiento y la densificación», aunque para eso haya que aplastar distintos cuerpos de agua; humedales,  ríos, esteros y lo que se ponga por delante. El fenómeno visto bajo las reglas de la simple oferta y demanda, sigue ocurriendo como un modelo burbuja, en que aunque aumente la oferta de suelo urbano y de vivienda, realmente nunca llega a existir la posibilidad de acceder a una baja de los precios, dada la amplia oferta generada, nunca se abre una banda de precios accesibles enfocada acorde los ingresos del grueso de los habitantes del área metropolitana. Sino que muy por el contrario, los precios siguen al alza y peor aún, al juego se suma la banca, la que flexibiliza y aumenta el acceso crediticio, para la compra de estos departamentos, obviamente en UF, aumentando la capacidad (teórica) de endeudamiento de las familias, juego en el que los únicos beneficiados son las empresas inmobiliarias, y por supuesto, los bancos.

Lo que hoy pasa en la intercomuna de Concepción es un peligrosamente obvio y nada equívoco síntoma de que el Capitalismo más brutal se mueve con fuerza y ruge sin ninguna vergüenza en la ciudad, ya que es su tablero de juego perfectamente diseñado por representantes políticos, acdémicos serviles y lobbys empresariales. Los procesos que se vienen dando desde finales de los 90, son además un síntoma de estas prácticas, las que amparadas en esquemas burocráticos y algunos desastres provocados por fenómenos naturales, por décadas han alejado el control ciudadano e instrumentalizado la participación.

Sin duda no hemos llegado a participar de este invisible juego, al contrario, hemos delegado estas decisiones en las personas equivocadas, en iluminados del urbanismo a los que los medios dan tribuna, que no han hecho otra cosa que jugando el juego de Narciso, se leen ellos mismos y han demostrado que son capaces de vender cada metro cuadrado al privado y diseñar zonas en vez de lugares, dejando al libre mercado lo que debería estar siendo diseñado en detalle y hecho con cariño para los ciudadanos. Se ha externalizado lo que deberían tener a su cargo y responsabilidad, utilizando prácticas que se albergan en la legalidad, pero sin mediar una pregunta ética sobre el grado de bien común que hay detrás. Esto ha generado instrumentos de planificación siempre convenientes para estas ideas de “desarrollo” urbano.

A estas alturas parece realmente naif e ingenuo pedirle cuestionamientos éticos a quien ha sido entrenado para ser un cancerbero que pelea a toda costa por optimizar ganancias y competir por hacer siempre el proyecto más rentable, dejar la menor cantidad de espacio “desaprovechado”, este círculo sin fin del urbanismo de las oportunidades de negocio provoca gradualmente una completa deshumanización de los espacios donde habitamos y un descuido intencionado de lo que nos pertenece a todos, transformando esos lugares, gradualmente, en espacios basura, peladeros o espacios banales [2] y sin sentido ni apropiación alguna, para luego simplemente ser intervenidos fácilmente por privados o ser cambiados de significado para ser replanteados por unos pocos. Hoy parece una utopía la idea de que un privado pueda pensar en regalar algo a la ciudad o generar espacios que beneficien el acceso a espacios públicos de calidad, o lugares para el juego o el refugio sin que la norma lo obligue.

¿Para qué serviría aprender de urbanismo?

Hoy claramente existen poderes más allá del que tienen nuestros representantes. Quienes hacen hoy la ciudad de Concepción, tienen piel blanca, son hombres, conservadores y de clase alta o media alta. ¿Deberían pensar en nosotros? Sin duda esto nos remonta a la obra de Henri Lefebvre [3] y su afirmación de que este aparentemente neutro y objetivo mundo del espacio de la ciudad, no es otro que el intencionado reflejo de una ideología, de una imposición y por ende de unas relaciones de poder.

Relaciones que tal y como están establecidas hoy en día en Concepción, hacen que en la ciudad actual no pueda mediar ninguna filosofía del bien común. En este ámbito comercial inmobiliario, el espacio del tablero de la Gran Capital, el espacio público es visto en dos frecuencias, derivadas del mismo canal neoliberal, en primer lugar es visto como un vacío que hace de vía de comunicación entre empresas y negocios, o dicho en un plano más amplio, como un mero aderezo para poder realizar operaciones inmobiliarias. En ese contexto por supuesto que el espacio público es visto por los nuevos arquitectos, urbanistas y diseñadores, como ese vacío entre edificios, ese ámbito a ser intervenido para asegurar la conectividad y la fluidez, jerarquizando y repartiendo plusvalías generadas por cruces de variables como accesibilidad, centralidad, data de construcción, etc.

Pero existe otra visión de este, aun mucho más densa e ideológica, que es la idea de que el espacio público es finalmente la materialización de una ideología. Es el lugar donde se materializan conceptos tan de moda, tan bonitos de usar y tan actualmente banales como la gobernanza, lo sustentable, lo cívico, el consenso, la democracia, la resiliencia, la sonoridad y otros tantos, pero que es hoy en día el espacio donde se desearía ver circular a una ordenada masa de seres libres y trabajadores yendo y viniendo a cumplir con sus horarios, consumiendo y paseando los fines de semana.

Hoy, mientras el discurso oficial sobre ‘la sustentabilidad’ llena seminarios y congresos en que los académicos locales se maravillan y sonríen, gustan de recibir premios y dar cátedra sobre experiencias, proyectos y viajes, mostrando y analizando las buenas prácticas que les extasían, las que ante sus ojos resultan muy aplicables en un futuro próximo acá y sobre todo si encajan en esquemas lucrativos, mejor aún; donde ganamos todos dicen, alentados por la siempre generosa mano de la CChC.

Oslo, Ámsterdam, Madrid, Helsinki, peatonalizar y pedalear las ciudades, llenarlas de transportes públicos hipermodernos e hipertróficos, ojalá un metro en Concepción, qué importa el paleo-cauce del río Biobío sobre el que estamos parados, pudiéndose bombear agua hasta el cansancio y tendremos un metro subterráneo para que así la inversión se haga de una vez ya que “nos la merecemos”, pero antes hay que cumplir algunas pequeñas condiciones, valgan las aclaraciones de los científicos de la urbe penquista, todo sin duda se hará bajo estricto control y supervisión de ellos, los que saben. Hasta que lleguen quienes toman las decisiones, que son casi siempre los hombres del maletín, los que administran y deciden las reglas del juego de la Gran Capital.

Hoy la ciudad de Concepción vive dos procesos paralelos, por un lado responde a una crisis urbana mayor, reflejo de políticas neoliberales extremas y decisiones sin más orientación que la economicista que evidencian por otro lado la retórica del doble discurso desde el gobierno central, que por un lado muestra una fachada institucional moderna, colgándose del discurso oficial de turno, de cosas como los objetivos del Milenio de las Naciones Unidas, la economía circular o de la certificación de edificios a la norteamericana o a la británica. Pero existe una enorme brecha de incongruencia entre este discurso oficial aprendido y lo que realmente se hace. Ya que en el campo de las decisiones y los financiamientos, aparecen los conflictos de intereses.

Pregunto ¿qué relación directa o bajada a tierra hay desde el nivel central entre estos significativos lineamientos importados a los que nos hemos suscrito y por ejemplo, nuestros propios estándares de vivienda social? ¿O qué control de estos objetivos del milenio o de atributos de la ciudad sustentable en los planes reguladores locales, piense por ejemplo en el manejo que hacen de los paisajes naturales?

Esta crisis viene dada porque no existe un proyecto público que defienda una visión colectiva de ciudad que nos favorezca a todos, esto como herencia de un nefasto período en materias urbanas. Y a décadas de participación instrumentalizada, en que las mismas retóricas legitimadoras de esta invasión y secuestro de lo público que acompañan a la planificación y el discurso institucional nacido en dictadura y notablemente preservado hasta hoy, se han hecho siempre intencionalmente complejas, inentendibles, sumamente “técnicas”, basadas en decisiones venidas “desde arriba” o desde otras competencias, sectorización que justifica y además disfraza el mal hacer.

Un caso de lo que hoy vivimos, por ejemplo en el Río Andalién, en que el Ministerio de Obras Públicas se encuentra ya ejecutando un proyecto de canalización, que está destruyendo gran parte de los ecosistemas del lugar, matando la flora y fauna que en ese tramo del río existe, el proyecto busca “mitigar” las inundaciones para que no pase lo mismo que en 2006. Sin duda el enfoque no es nada sistémico ya que un río es un sistema a escala de cuenca, por lo que es preocupante que se inviertan más de 4.000 millones de pesos en tapar el sol con un dedo.

Concepción es hoy un buen ejemplo de la destrucción estratégica de la ciudad, de Urbicidio, en pos del Capital. La ciudad está siendo dañada y banalizada desde distintos frentes, desde la instalación de muchísimos tragamonedas por el centro, en espacios interesantes que se vaciaron luego del terremoto, la quema del Mercado Central con ideas automáticas de proyectar algo inmenso y vendible sobre ese terreno céntrico, el nefasto proyecto denominado Ciudad del Parque, la invasión y toma privada de espacios comunes en la Remodelación Paicaví, la violencia contra los vendedores ambulantes, el abuso policial en las calles, la destrucción por tramos del Río Andalién, el remodelar 15 veces la Diagonal y el Parque Ecuador como si no hubiese otros barrios o sub-centros en esta ciudad, la demolición de viviendas valiosas histórica y morfológicamente, la proyectada destrucción del edificio de la Inmaculada Concepción, el aumento de metros cuadrados de Mall por habitante, etcétera. La lista parece no tener fin.

Urbicidio es un proceso grave e irreversible de destrucción de lo urbano, el desmantelamiento de los atributos propios y de la complejidad de una ciudad, con algún fin. Se asoció inicialmente a los efectos devastadores que producen las guerras y los conflictos armados en las ciudades, pero también guarda hoy relación directa con el impacto de procesos que igualmente(que las guerras) responden a estrategias y por otro lado violentan a la población que la habita, desplazándola y forzándola muchas veces a escenarios no deseables. En el caso de Concepción, el Urbicidio pone de manifiesto esta violencia contra las bases materiales de la ciudad, atentando directamente contra su arquitectura y sus componentes identitarios, históricos y culturales. Son procesos que nos duelen a todos quienes alguna vez viviéramos la ciudad y disfrutáramos de sus lugares, los que hoy están desapareciendo sin vuelta atrás, gracias no solo al desmedido interés de las inmobiliarias y de los que se hacen llamar “gestores”, sino principalmente a nuestro propio desinterés en los temas urbanísticos e ignorancia e incluso desprecio sobre los procesos de construcción y gestación colectiva de la ciudad.

[1] https://www.publimetro.cl/cl/expovivienda/2017/05/25/gran-concepcion-sigue-puerta-inmobiliaria-sur.html
[2] Muñoz, Francesc. “Urbanalización. paisajes comunes, lugares globales” (2008). Gustavo Gili. Barcelona.
[3] Lefebvre, Henri. “La Producción del Espacio” (1974). Interesante es revisar el Capítulo sobre el espacio Social. Desde la pág. 125. Colección Entrelíneas. Madrid. España.

 

 

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Naufrago urbano y funambulista del diseño. Arquitecto recluido por varios años en una escuela de ingenieros, hoy Doctor en Energías Renovables. Articula su investigación y reflexión en la interacción entre medio ambiente, política, tecnología y espacios habitables. En una búsqueda desde la perspectiva de los procesos de diseño popular y estrategias de adaptabilidad a escala comunitaria. Especialmente buscando los baches entre la tecnología, lo adaptado, lo que no lo es, lo impuesto, lo local, la vivienda, lo comunitario y la ciudad. Su crítica suele empalmar a medio camino entre estos campos, marcados por coordenadas que ya iremos descubriendo.

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